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el Director Supremo da Chile, D. Bernardo O'Higgins abolió los títulos y los emblemas de la nobleza y los escudos de armas fueron sacados de los frentes de las casas y de otros Lugares públicos.

La heráldica quedó entonces muchos años en el olvido, hasta que D. Benjamín Vicuña Mackenna organizó y llevó a efecto la Exposición Retrospectiva llamada del Coloniaje, en 1873, en la cual salieron a relucir de nuevo los antiguos blasones de las familias chilenas, en los cuadros, en los muebles, en las ejecutorias.

A partir de esta época y siempre junto a los estudios genealógicos, comenzó a despertarse el interés por el arte del blasón y los insignias heráldicas de familia.

En el Apéndice de La Revolución Chilena de D. Ambrosio Valdés Carrera, obra publicada en 1890, ya se describen los escudos de armas de los linajes relacionados con el de D. José Miguel Carrera de que trata dicho Apéndice.

Cuatro años más tarde, en 1894, D. Luis Torras Saldamando, en su libro Los Títulos de Castilla en las familias de Chile, enumero sistemáticamente los blasones y hasta acompaña algunos grabados de ellos.

Sin embargo, las obras fundamentos sobre la materia sólo vinieron o aparecer posteriormente: el Nobiliario de la Antigua Capitanía Genral de Chile de D. Juan Luis Tepejo y la Arqueología Nobiliaria de D. Fernando Máquez de la Plata.

En la primera de esas obras se acompaña el dibujo de 337 escudos y se describen 180 otros corresponden o familias establecidas en Chile desde la Conquista y colonización, o gobernadores, obispos, funcionarios administrativos y del ejército y aún de la ciudades y villas que merecieron asta distinción de la corona y todo ello a base de prolija documentación.

La Arqueología del señor Márques de la Plata consigna los blasones de las familias chilenas tal como el autor los encontró en España, esculpidos en las primitivas torres y casas solariegas y en las capillas de las antiguas iglesias conventuales;