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Muy frecuente fué también el uso de escudos y armas pintados para ornamentar retratos de familia y esta costumbre ha dado un buen aporte o los estudios de heráldica.

Entre los linajes chilenos cuyas insignias han sido conservadas en esto forma, podemos citar los siguientes: Aguila, Alday, Aldunate, Araoz, Balmaceda, Campino, Encalada, Flórez do León, Garcia Huidobro, Izquierdo, Jaraquemada, León de la Barra, Moxó, Olivos, Reyes, Rodríguez, Rojas, Romero, Salcedo, Solo de Zaldivar, Trucíos, Uztariz.

No obstante, los más bellos ejemplares de escudos de armas que existen en Chile, son los de las ejecutorias de nobleza y de los reales despachos confirmatorios de blasones que, por lo general, se hallan en poder de particulares.

Dibujados en pergaminos por expertos pintores y calígrafos son, muchas veces, verdaderas obras de arte en su género, que ponen de manifiesto el alto grado de perfección al que había llegado la heráldica en los siglos XVII y XVIII. Deben citarse entre estos escudos de armas los correspondientes a las familias Alcalde, Aragón, Bezanilla, Cavareda, Escobar, Florez de León, Iñiguez, Lastra, Urriola, Urrutia, Zañarrtu, todos ellos en poder de los descendientes.

Las muestras que aún existen ponen de manifiesto que hubo tallistas de heráldico durante la Colonia: de finales del siglo XVII son los diversos escudos del gobernador D. José de Garro que adornaban el pórtico del castillo de Arauco y que hoy se encuentran en el Museo Provincial de Concepción y algunos otros en poder de particulares. Se sabe con certeza que a fines del siglo XVIII D. José Ignacio de Andís Varela, gran conocedor de la genealogía chilena, se especializó en la tallo de la piedra y a él se debe el magnifico escudo español que corona una de las portados del Cerro Santa Lucia.

Poco más tarde, con motivo de lo emancipación de España