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nente, buscó la colaboración y la influencia de sus mejores amigos para impedirlo. Las circunstancias fueron contrarias a los deseos del Señor Aguirre.

La aceptación final del Señor Aguirre Cerda, trasigiendo en ir a la contienda presidencial como candidato del Frente Popular que el había impugnado, se explica por las siguientes razones: el Frente Popular equivalía a un pacto celebrado por un partido, al que él, fuera o no Presidente de la República, no habría podido sustraerse como figura destacada del radicalismo. La disciplina lo instaba a someterse. La experiencia prueba, además, que las divergencias ideológicas se hacen menos patentes entre los grupos políticos que se encuentran en la oposición, especialmente si esa oposición se hace contra un régimen que, tan encarnizadamente, persigue a todos sus opositores, sean del color que fueren, como lo hacía el gobierno del Señor Alessandri Palma en ese momento. Prevalecía la necesidad de defensa y esta se afianzaba con la unión más estrecha y unánime. Mientras el Partido Comunista daba el tono a la oposición en los comicios, Don Gustavo Ross lo daba en las resoluciones gubernativas, en lo referente a la provisión de funcionarios de la Administración Pública y en lo político, eliminándose del gabinete al Partido Radical, que lo integraba en la primera parte de la Administración del Presidente Alessandri Palma. Desde este instante, la guerra entre los dos bandos no tiene tregua.

Triunfo del Frente Popular. Con todo, el triunfo debía pertenecer al candidato del Frente Popular. Los medios de persuación eran su contacto directo con el pueblo y la simpatía espontánea que despertaba en el corazón de los humildes. No se vió otra jornada en la que el pueblo, lo más genuino de la gleba, participara con tanto afecto y con tan fundada esperanza. No obstante, para el gobierno y los Partidos de Derecha, el triunfo del Señor Aguirre Cerda, fué, primero increible y, luego, inaceptable. Se insinuó por algunos que se desconociera el resultado de la votación. La mayoría era escasa y con argucias bien manejadas, podía ser puesta en litigio. Otros, más ofuscados, estimaban que la asunción del Señor Aguirre Cerda, debía impedirse por la fuerza