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58 STELLA

plantados sin sinuosidades sobre una frente angosta y lisa tirada 4 cordel, celda estrecha que encereaha la voluntad asomada 4 sus ojos penetrantes; alta estatura, cabeza ergu da, voz sonora de metal sin beadiduras; era una aduirable figura violenta, soberbia y persuasiva; todo energía, y todo voluntad, nada ni nadie se le resistía; sus miradas, su voz, sus gestos, parecían tener manos invisi: hles para conducirá los demás por el caminó que él quería,

La misma infirencia ejerció en su hijo des- de que éste pudo distinguir su hermosa arro- guncia, de las Sguras modestas y horradas de sus tíos, los hermanos de su madre, con quie- nes vivían, El niño aprendió 4 caminar, an- tes que los otros niños, por los esfuerzos que hacían sus piernitas para obedecerle cuando, desde iejos, sia agacharse, estiraba ayuel los brazos llamándolo «Ven»! .. Habló más pronto para contestar á sus preguntas imperativas, y así, insensiblemente, le perteneció, lo amó, lo admiró como 4 un dios.

Don Ezequiel, de familia patricia como los Maura, administraba y dirigía como ellos, por tradición, sus establecimientos de campo; pero mucho más inteligente y orgulloso no se permitía la ignorancia; sus lecturas le dieron sino la instrucción, una inforuración general que hacía su conversación agradable y amena.






Decidió, que la ilustración del hijo tuviera