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No sé qué tiene que ver Montero... repli- <6 Isabel muy colorada

—Pues no hablábamos de pesca?..

—No saben niños que me disgustan las dis. cusiones?., exhaló la voz, débil ya ahora, de Don Luis, que entre aquellas otras, parecía llegar del otro mundo,

Ana María se levantó, fué hácia él y le dió dos besos sonoros, diciéndole con su aire re- galón:

—Tienes razón papacito, somos insopor- tables; pero te queremos mucho. Y haciendo un cariño con la mano 4 Alex, sentada al lado de su tío, contínuó, incorregible, sin poder sontenerse:

—Pero es una zoncera que Enrique se sul fure, por que á la madre de Clara Montana se le haya ocurridodejarle un millón, y... por que el señor ex-frutero tenga otros diez,

—Si me sigues fastidiando también tú, chi- quilina, va á salírte cara la broma. Voy 4 exhibir al tipo de tu salteño, me entiendes?

—Me darías un placer! Es pobre, no es lindo, ni se viste bien, pero es muy inteligen te, muy bueno, muy instruído, muy desinte- resado, sin ninguna vanidad y con mucho orgullo! le contestó en tono de desafío, audaz» mente, la encantadora muchacha,

'ña! reprendió la madre. Van á obligarime á que me levante si con tinúan, repitió el padre,

—Seriamente, ulservó Alberto, lado el mo»