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- NTE! La ” tigunas criaturas que había perdido el vicio 5la necesidad; lavaba piadosamente las álce- “as como Santa Isabel.

La otra, Micaela, era la personificación ¡le a prima Bette de Balzac.

Como ésta, poseía todas las miserias de un zarácter sucio, con una hipocresía tan refina- la y tan convincente que sela llamaba «la suena Micaela»: Baja con las personas de di: 1ero 6 de posición, envidiosa de los bienes xgenos de cualquier clase que fueran, no tenía +scrúpulos en ir repitiendo un chisme, en le- vantar una caluranía, en echar como pasto 1 la maledicencia pública á aquella con quien xabía estado más ligada en los buenos tiem- 308, una vez que veía eclipsarse su suerte, 3rande, morena, con pequeños ojos negros somo dos manchitas de tinta, dientes largos y amarillos, aire de jovencita tímida que ca- mina haciendo pininos, una amabilidad ama- serada, guardaba en el bolsillo á su marido, especie de viejo buey manso, obtuso, en el que todo era pequeño menos la ignorancia.

Era un domingo. En la mesa, reunidos to- dos, hablaban mucho, muy fuerte y á la vez Bacíase crónica, dábanse bromas, repasábase lo sucedido durante la semana, formábanse programas para la que iba 4 empezar,

—Qué espléndida estaba anoche en la Ope- ra Nina Plazas! dijo Alberto.

—Estaba notable realmente, aprobó En- rique: