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STELLA 5

Desde la muerte de Gustavo Fussler, iba desvanecióndose para Alex la nebulosa que le ocultara la vida. Ahora sentía que, como un reción macido, iba 4 entrar en ella. Y mi- diendo la altura 4 que se había mantenido su existencia hasta entonces, se dijo: «Es el len- to declive que comienza.»

El choque que recibi tierra y dela casa extrañas, llevóla á compa- rar el hoy con el ayer, y sintióse removida hasta la desesperación, Las lágrimas que de- rramaba, eran sus primoras lágrimas amar- gas, y éstas la alejaban por instinto de las personas que aún no conocía, y cou quienes debía vivir en adelante. Su inexperiencia le impedía juzgar imparcialmente los actos age- nos; no podía distinguir, pues, todo lo que había de involuntario en lo sucedido,

Después de separarse de su tío, pasó el fin de la noche sis dormir, caminando agitada, ó apoyando su frente contra los vidrios de su balcón, mirando el cielo obscuro que pare- cía llorar con ella,

Con el alba entró en la reflexión, y salió convencida de la esterilidad de lágrimas que enervarían sus energías, determinada á crear su iudepeadencia dentro de la casa inbospi talaria á que su padre la enviara, alejando así la más remota posibilidad de humillacio. nes á su dignidad.

El alba había disipado las nubes y calma- do el viento; el sol llegaba. Se impuso, tam-

srmza s.



1 en el dintel de la