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STELLA es tes, su color y su gracia; con tan poco, en- cantadora.

La última, Máxima, —la Perla—aquelSeñor sin ley ni rey, béroe de tantas aventuras.

Eltronco de estas ocho ramas, encerraba todas aquellas cualidades que acercan más 4 la perfección; pero cualidades blandas, sin médula y sin eficacia. Deseábase verlo despo- jado de algunas de ellas, como de un exceso, en Ja esperanza de que eso entonara su ca- rácter débil y debilitado, su voluntad caída enla enervación, Asemejábase 4 un instrumen- to de alto mérito, pero á cuyas cuerdas sin templar, sueltas, flojas, faltara el sonido y la vibración.

Nacido, crecido, hecho hombre en el cam- po, sin amigos, lejos de sus hermanos—uno de ellos militar y el otro asociado á un ingenio de azúcar en Tucumán y establecido allí, —sin wás sociedad que la naturaleza, sin el hábito de la lectura, hízose un contemplativo y su imaginación se embotó. No pudo imaginar, pues, placeres y goces que no conocía, y su juventud plácida se pasó sin descarlos, Tem- peramento frío, tranquilo y ordenado, no ha- biendo tenido en sí mismo pasiones, vicios, ni turbulencias que combatir, no sabía comba: tirlas en los otros.

Una vezsus hijos grandes, dañados ya por Las condescendencias de la madre, no supo dirigirlos y cada uno se entregó á sus propias inclinaciones, Creyó enseñarles el trabajo es-