STELLA er hermosura, egoísta, indiferente 4 todo lo que no fuera gastar, ostentar, divertirse, Afortu- nado cerca de algunas mujeres frívolas y coquetas, comprometíalas por amor propio, mezclando á sus mombres otros nombres completamente extraños á sus pretensiones, y que, así mezclados, quedaban en el espí- rita de muchos por la simple aseveración de un fátuo. En cambio, no era afortunado en el juego; arrastrado á él por la mezquina ambición del lucro, no por la pasión como su cuñado Alberto, en su afán insistente, ¡ba internáudose en el camino sia límites. Gastaba y perdía el dinero de su padre, pre- parándose 4 hacerlo, más tarde, con el deal- guna rica heredera, huérfana, en posesión desu fortuna.
María Luisa era el refejo de su marido, hombre serio que se imponía; grave, con pre tensiones al talento, abogado estudioso y de reputación, el Dr. Miguel Linares. Su suegra que decía «Alberto», lo nombraba «mi yerno, el Dr. Linares».
Isabel, grande, hermosa, con tendencias y temores á engrosar, de facciones correctas, cabellos, cejas y ojos muy negros, mejillas muy rosadas, pies y manos grandes como los dela madre, voz algo ronca como la Perla, comparábasela 4 Juno, y tenía fama de belle- za en el interior y en el exterior. Sus opinio- nes prevalecían, sus juicios eran inapelables; su rol de professional beauty hacíanla gran