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STELLA. 45

Su bija miraba y peusaba: que no era eso lo que quiso Jesús, que no era eso lo que vino á prometer y á enseñar á los hombres el Hijo pobre de Nazareth; pero comprendía que ya no existía la simple fe, ni el alma sencilla de los primeros tiempos; que la Iglesia de Pedro el pescador tenía que luchar hoy con fuertes enemigos; y que para perdurar en el mundo, y estimular á las almas vacilantes de las ra- zas imaginativas € impresionables en que es- taba destivada 4 reinar, uecesitaba producir en ellas, la profunda impresión que veía alo- ra en su madre,

Obtuvieron una audiencia.

El Papa-rey habíala hecho pensar, el Buen Pastor hízola sentir. Las lógrimas brotaron ¡de sus ojos cuando sus vídos recogieron las palabras de bendición del anciano. «Benedi- cat-te-Dominus»... sintió que su corazón se € vaba, que su alma se estremecía, .... después, una profunda paz: «a paz que el mundo no dá».

El Santo Padre tuvo especiales distincio- nes para con Gustavo, que era una eminencia, cuyos libros eran de los que él leía, y aunque en otra religión, su hermano en Cristo. Hízole preguntas sobre sus viajes, sus descubrimien- tos, su famila.

—Mi esposa es americana, Santidad,

— Ah, sí? dijo sonriente; Brasil... Méjico. Chile... .

—N6, Santidad, de la República Argentina.