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STELLA 409 lecido sa voluntad, ha afirmado su carácter, ha desplegado todo el vuelo de su talento; ha hecho fecunda su fortuna. Ahora es ya agua que corre, oro que brilla. ¿Permitirias tá que esa Obra se desplomara?"

La voziba creciendo; inmóvil Alex la es- cuchaba.

«¿Y t6, por qué has sufrido tanto con su indiferencia; por quéno has respondido á las palabras y á las miradas de los hombres?”

La claridad penetró más adentro, la voz habló más fuerte aun y la joven tuvo una suprema revelación: la de su amor por Máximo.

El mar habíase aquietado; una serenidad Tuminosa envolvía á la joven.

Un íntimo júbilo la penetró: ¡el júbilo de amar!

¿Qué importa ser querida cuando mo se quiere? Ahora sentía ella la felicidad ra diante, absoluta, inefable de saberse ama- da por aquél que amaba. Y sentíase para él, el alma de los grandes alientos, de las grandes abnegaciones, de los grandes amo- res.

Desde el mismo sitio en que aquel día de su gran reacción levantó los ojos para ha- blar á su padre, los levantaba ahora. Pa- recíale ver arriba al grupo adorado y son- riente: el Padre, la Madre, la Hermana. Les sonrió ella desde abajo; y allí, sola, delan- te de la inmensidad del mar, y las murallas