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no, siempre clavados sus ojos en Alex, siguió escuchando,

—El pobre Emilio que adora á su padre, continuó ella, y que lo veía taciturno apa- garse, lo que es una forma de la desespera» ción, hizo lo único que le era posible hacer: se resolvió á dejar la ciudad, irse á Puan, y tratar de levantar aquel Establecimiento que sólo gastos producía... La idea de te- ner que reducir los de su familia; de quitar brillo A su fausto, magnificencia 4 su exis- tencia; el saber que los bienes patrimoniales de su mujer estaban también comprometi- dos, lo mantenían en un estado de continuo sobresalto y angustia, que teofan que traer una alteración en su salud ya debilitada. La neurastenia, esa roedora de energías y voluntades, cayó sobre él. Wernicke, gran psicólogo, comprendió que había una cansa moral en el estado de nuestro enfermo, y le ordenó «un reposo absoluto. Emilio y yo nos dedicamos á mentirle: únicamente la mentira podía salvarlo. Había propuesto él ciertos arreglos autes de enfermarse, en los que veía su salvación. Emilio le aseguró que habían sido aceptados y algo se tran- quilizó..... Un drama más terrible había en «l fondo de todo esto, y del que únicamente yo era espectadora: el drama de la cólera, de la indignación, del odio de Emilio para el hermano, cansa de los desastres que ame- nazaban derrumbar el hogar, la vida del pa-