415 STELLA
que como dos náufíagos con Alejandra se cobijaron.... Un joven paisano pasó 4 caballo cantando: su voz varonil envió claros 4 los oídos de Máximo estos dos versas, antes de perderse 4 la distancia.
Soy un hijo de la sombra, ¿Jue voy marchando 4 la loz.
Cándido entre dormido y despierto espera baá su patrón
—No me acuesto, le dijo éste con una voz cortante. Prepara todo abors mismo; nos vamos en el primer tren.
A las cuatro y media dela meñana, muy fresca, Máximo bajaba la escalinata de su terraza, con el paletó puesto, gruesos guen- tes, y el sombrero blando muy caído sobre los ojos.
Sus criados y sus peones, formados en dos filas para despedirlo, hacíanle calle para que pasara. Tlizo 4 todos un saludo con la mano, sin abrir sus labios. Al lado del carruaje lo esperaba su mayordomo, que al verlo acer- carse abrió la porteznela
—Bueno, don Carlos, no hay nada cambia- do, sino Ja fecha, díjole, estrechando su mano. Mándeme el sábado á'su hijo... No sé cuan- to tiempo estaré ausente; pienso visitar Chile y el Perú. ... Hasta la vista. .. Dentro de una hora, añadió con voz más ronca, y bajando