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xxi

El astro hablase extinguido. Mas, como sus hermanos—esos soles que brillan por sí mis- mos en el cielo—mucho tiempo después de apagarse, mandau todavía su luz al mundo así dejaba El, de su pasaje por la tierra, su la-

minosa estela fecundante.

El cielo estaba azul, diáfano el aire, la laz brillante; nacía nuestro dulce Otoño

Las últimas rosas esforzábanse en durar, los últimos capullos en abrir para adornar su tumba. Las golowdrinas demoraban su partida; ellas también, como todos los que pasaron por su lado, «volvían la cabeza para mirarla otra vez».

Las tres puertas del Ombá fueron abiertas, para dejar entrar por ellas 4 las gentes de los alrededores. Larga caravana que venía de Levante y de Poniente 4 dará Stella su áltimo adiós. El gaucho de nuestra Pampa. el inmigrante de la hermosa Italia, el colono ruso, el español tendero en el pueblito, los