STELLA 105 de lo que pudiera sobrevenir, alerta para defender á su hermana, ... El médico, que notaba en lajoven síntomas de fiebre, le acon- sejó salir al jardin y pasar unas horas al sire libre; el temor de enfermarse y verse privada de cuidar á Stella lo hizo obede- cer. Esta seguía tan animada, que se ha- blaba ya de dejar pronto la cama y de ir visitar el mar.
Blsábado llegó Montero 4la Atalaya, yfué invitado 4 comer en el Ombú. Máximo, antes de la comida pasó un gran rato con Stella, 6 la que traía unos canarios pruebistas, que ha- bía hecho comprar para ella en Buenos Aires, 4 una compañía de circo quese ausentaba. Los lindos animalitos parecían querer des- mentir con sus habilidades la fama que los franceses les han impuesto dando su nom- bre 4 los imbéciles, y encantaban á su mueva dueña y á los primitos, sacando baldes de agua de su pozo, levantando papelitos con suerte, tirando un carrito de papel.
—Chist.... hacía 4 cada rato mise Mary que los vigilaba.
A una mirada de extrañeza de Máximo, por la insistencia de la inglesa en imponer silencio, ésta le contestó
—Es preciso guardar silencio, don Máxi- mo, porque miss Alex se ha sentido mal; se ha recostado y hay que procurarle repose. . Esa pobrejoven ha tenido demasiadas con- mociones. .