ses ATELLA
él las gotas que quedaban en el fondo de la saya.
—Y en la mía que está en el agua, le res pondió, arrojándole á su vez un poco de la que contenía su vaso.
Eugenia, tentada, hizo lo mismo con su marido.
La risay las miradas de desafio de Alex. que lo amenazaba con su copa, provocaban 4 Máximo que llenó la suya amenazándola á su vez. Se medían riendo, nerviosos, hasta que ella más audaz, arrojó el agua sobre él y se alejó unos pasos. . .. Los niños, gozosos del espectáculo, los animaban.... La Perla, á traición, arrebató el vaso 4 su padrino, para impedirle que mojase á Alex... Burlóge ésta. y entonces él tomó de sobre la mesa la jarra de cristal; aunque su intención era sólo asus- tarla, ella soltó un pequeño grito y huyó.
Al hacer el movimiento de arrojar el agua el asa de la jarra quedó sola en su mano, lo demás había ido á estrellarse contra el sue- lo.... Una carcajada de Alex mezclada á la de los chicos lo fastidió, y como cerca esta- ba la mesa de mimbre, agarró al pasar eljarro viejo de la chinita María, «el cuerpo del de lito», que se encontraba sobre ella, y corrió á alcanzar á la joven, que lanzando otro grito echó á correr. ... Llegaban 4 la angosta ave- nida de paraísos... no tenía ella escape, y la vió él, azorada como una de las gamas de su parque, vacilar nn momento y tomar después