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adornados con guirnaldas de sauce, racimos de aguaribay, gajos de retama y grandes mi- rasoles, rodaban en la avenida, por la que cruzaban las comparsas de pelotaris todos en camisetas y boinas de papel —encabezada por Julito—y algunas máscaras sueltas.—En el coche grande tirado por el carnero, iba sen- tada Stella, con una diadema de papel dora- do y cubierta de flores, llevando 4 su lado 4 Neuuca con un inmenso moño alsaciano, de color punzó, Las otras niñas, muy adornadas también, ocupaban todos los vehículos en que pudieron caber,

La Perla «intrigaba», envuelta en una sá- bana de baño, del brazo de Carlitos vestido de mamarracho, y seguidos de Muschinga muy empolvada, disfrazada de «niña blanca». «Nosotros somos de á pie» había declarado Miguelito, quien reunido á los más grandes, y los hijos de Eugenia, jugaba desde la ve- reda con fores y serpentinas.

Ala tercera vuelta, la circulación de los cá- rruajes se hizo dificultosa, dando gran tra- bajo al comisario que había bajado de su caballo y ordenaba entrar al inmenso patio, que se convirtió en el acto en el campo de batalla,

Los gritos y risas de los niños, el ruido de sus pequeños coches y carros al rodar, las serpentinas que silbando cruzaban el aire y quedábanse abrochadas de los árboles, las Mores que se arrojaban y alfombraban el sue-