366 STELLA
Cándido, muy colorado por la risa de su patrón, volvió á anunciar:
—Y es también su santo, señor: que los cumpla muy felices.
—Otro anuncio carnavalesco. Cumplo cua- renta y dos, muchacho. Ya ves que vamos para viejos.
Un rato después, cuando leía los diarios en la terraza de' piso bajo, un peón del Umbú le entregó unos paquetes y se retiró. Con la impaciencia de un niño que abre una caja de juguetes ó una bolsa de bombones, abrió el primero, que le descubrió una carpeta borda- da para papeles, dentro de la cual había una carta de letra de Stella, firmada por ella y la Perla. Las dos abijadas, siempre unidas, la habían bordado para su padrino.
En elotro encontró un gran tríptico precio- so, de madera clara y bronce. Una exclama- ción de placer enternecido tuvo al ver lo que encerraba. Eran tres fotografías: más chicas y enmarco oval las dos de los lados, más grande y en uno cuadrado la del centro.
Albertito enviaba á su tío un recuerdo pa- tente del día memorable dela visita 4 la Ata- laya. Había mandado á Alberto, su padre, sus placas; aquél hízolas revelar en Buenos
Aires, agrandar, y encuadrar; resultaba una obra de arte.
Bl inteligente niño había copiado tres esce- nas interesantísimas, y un artista habíalas ilu- minado primorosamente,