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gestos y palabras, de su raza tan expresiva dirigiéronse 4 Máximo, que él sabia «Gran Señor», y olvidaron 4 la niña.

Una pequeña ironía, ina y sutil, rozó los labios del «Gran Señor» sele aproximó para que ella no lo oyera y le dij

—Veo que amas 4 Stecchetti. Aunque sé qne conoces muchos desus versos, quiero en- señarte unc más. Tres veces lo he oído reci- tar en tu tierra: por un gondolero en Venecia, por un mendigo en Bolonia, por una cortesa- na en Roma: Apréndelo:

«¡Signor, la caritá per un perzentel «¡Vedo, ho fame... son mud «Por amor del suo Dioy—e¡Non ti dó nientel»

«¡Per Vocchi del suo amor!» —e;Prendi uno seudo!

El italiano sagaz entendió en el acto la lección, que quería decir: «El bien se hace por ella». Aproximóse á la niña, y besó su mano,