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STELLA sa tras semejanzas, agregaré, que auo en el caso de :ayor desesperación, aun en caso de locu ra, tendría que volverá la razón porque tame bién tengo un ser débil, que como su hijito, sin usted, sucumbiría €l sia ms

Rosa sometida en el primer momento por la sorpresa de encontrarse así violentada, síntióse después acariciada por el sonido de esa voz clara y pura, que ella comparabo la campanilla de plata que auunciaba el Sanctus los domingos en la Misa, y por el sentido de las palabras, consoladores á fuerza de ser inteligentes.

A] compararla consigo misma, al encontrar. la disculpa antes que la falta, al librarla de frases, de reproches, de consejos; al dejar la moral para más tarde, para el día propicio á su germinación, tratando de remediar lo úni- co remediable por el momento; al mostrarle el camino del trabajo, al hacérselo práctico imponiéndoselo indirectamente, al poner bajo sus ojos el deber bajo la forma tierna de dos miños, la arrancaba violentamente de la abyección, preparábale la entrada de la re- generación. Lo que no habían conseguido las exhortaciones del sacerdote, los ruegos de la Santa, el llanto de su propio hijo, lo conseguía la palabra límpida y convincente de la joven.

Las largas pestañas de seda, que proyecta- ban sombra sobre las mejillas de la ingénua, pecadora, aleteaban como las alas de una go-