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2 STELLA

Máximo quedóse un momento perplejo, y coro un chico que cayera en cuenta recién de alguna cosa, contestó:

— ¿Quiere creer que yo mismo no sé bien á

qué responde en definitiva la elección?,.... Un amigo me pidió auxilio electoral....... y ahíse los mando. ¡Qué asombro le causa mi decla- ración, nu es verdad?—continuó riendo de la expresión de Alex en ese momento.— Nuestras costumbres son así, querida sobriva. Milla- res de inconscientes detrás de los que 5e adues han de la cosa pública para fines particula- res. Por eso no existe opinión pública, Yá pesar de muestro ánimo entusiasta, carece- mos de movimientos y solo tenemos conval- siones. Nuestros hombres dirigentes adquie- ren tamaño, jamás grandeza... Pero Vaya, que la amenazo con una disertación... ¡Si viera cuánto me interesa; es tan nue- vo todo para mil ¿Por qué decía usted que estas costumbres tan pintorescas desapare- cen? ¿No se aman acaso las cosas tradicio- nales?

—Avanzamos por agregación y adopción, lo que nos va quitando todo lo nuestro. La nómina de los concurrentes á cualquier fies- ta, le dice 4 usted cómo nos eliminamos, Los nietos de muestras grandes familias, que no han sabido mantener el rango de sus ascen- dientes, se substituyen por los inmigrantes, enérgicos y luchadores, pero sin alma na: nal, con el patriotismo estrecho vinculado