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ELLA 8

Máximo sentíase embriagado por este en- tusiasmo sentimental, que veía fermentar co-

no un generoso licor en esa mente; y pare

ciéndole cruel desanimarlo con una palabra de cruda realidad, no la dijo, y sonrió.

Su sonrisa pareció á la joven de asentimien- to, lo que la alentó á continuas , viejo tío; tiene usted una expresión permanente de despreoeupación é indiferen- cia en susemblante, y nieve en el cabello; pero su alma es pensativa y es ardiente. Y no pue- do ser espectador indiferente, yo, de su exis- tencia sin alegrías, sin dolor y sin combate. ¡Y si viera. qué fuerte es en mí el deseo de so- plar la llama distraída y vacilante de su alma sin pasiones!

El aire les traía las notas delas guitarras, desde [os fogones. Escucharon. ... ¡Qué melancólico es lo que sus gauchos cantan!

—Sí, Alex. Es la melancolía árabe vigoriza- da por el temperamento español. Sarmiento afirma que ha creído ver en el Alrica tipos que había conocido en las campañas argenti- nas. Yo he visto en los bulevares de París un verda lero gaucho con turbante. En Constan- tinopla me emocionaba el ejército; de tal ma- nera se parece al que teníamos antes del ser- vicio obligatorio, que se componía casi exclu- sivamente de gauchos.

—HY 4 quién van á elegir elfos mañana? terrogó Alex,