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ES SILLA

Ella en silencio Je extendió su mano, con el gesto gallardo de un gentilhombre, y le dijo simplemente, con su mirada abierta y franca que desmentía anticipadamente toda duda.

—¡Amigos, Máximo!

Elapoyó sus ojos en esos ojos, y estrechan- dola pequeña mano que desapareció toda entera en la suya, le respondió:

—¡Amigos, Mex!

Un silencio siguió; dejaban á sus espírits unir sus voces armoniosas.

—Ya sabe que me he propuesto la derrota desu pesimismo, dijo ella después de un largo rato,

—Es tarde; no olvide que soy el señor Cre-


púsculo, —+La vida es una serie de recomenzamien- tos». ¿Quién ha dicho esto? Alguien que ha-

bía vivido ciertamente. ... vice nsted que ama Á su padre; responda entonces para su pro- pia satisfacción, á lo que él esperaba de ns- ted; sea lo que él quería que su hijo fuese. Prolongue eu usted la energía y la firmeza que el pintor-psicólogo, que ha hecho este re- trato, ha sabido magistralmente interpretar; sea su heredero realmente... .. Me pedía usted el otro día irá mi escuela; venga á ella, mi querido amigo. Empezaremos por la gimna- sia de sus energías, que fortalezca sus múseu- los morales, para salvar de la anemia al ór- gano vital dela voluntad.