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STELLA EN mi padre como al suyo, Alejandra, lo sorprendió la muerte en la plenitud desu vi da, y como el suyo, dejaba su obra trunca; á su hijo. La arcilla en que lo formaba, dema- siado fresca aun, no había tgnido el tiempo de consolidarse y cayó. La muerte hacía do- ble obra de destrucción: en el padre y en el hijo. Su hacha tronchaba la joven planta de tiernas ramas y débiles raíces, al derribar el árbol robusto que le daba su sombra. ... Era el padre de mis ideas, el juez de mis acciones y de mis trabajos juveniles; mis aspiraciones caminaban á su impulso, Quedé sin él como. el corredor á quien en medio dela carrera faltara el aliento. .. Cuando vi que todo ese vigor era polvo, toda esa vida era muerte; toda esa voluntad inercia, ese fuego cenizas, se escurrió en mi pecho el escepticismo que usted condena, como un ladrón en las ti- nieblas, y me robó la fe en la vida, Y des- de entonces se encarnó en mí la com de la inutilidad de todo esfuerzo: de que sólo es verdad la duda, de que sólo es realidad la nada... Esa fortuna que llama usted estéril, me hizo estéril, sin ella habría esta- do obligado 4 luchar, y eso habría templa- do mis energías. Eu cambio me lo presentaba todo fácil, me hacía un favorito de lo que llaman otros suerte, quitando así 4 las cosas el incentivo que les da la necesidad de con- quistarias, y aboliendo en mí el deseo, esa fuente del placer, del goce y del estínaulo..