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convencimiento apareció en su fisonomía, para decir después, señalándola á su vez,

—;¡Alí tiene usted 4 lo que yo llamo un creyente!

—¿Cómo lo sabe usted?

La vivacidad con que el hijo de don Ezc- «uiel hizo esta pregunta, fué una aseveración 4 lo que AJzx decía.

—No he necesitado sino wirarlo, ¡Ah, mo! Ese hombre no dudó jamás de sí mismo; esa voluntad no vaciló jamás!

La mirada de asombro y de simpatía con que la envolvían los ojos de Má; de la impresión que le causaba el que fuera tan bien comprendido por ella ese ser pro- minente, cuya influencia en su vida había sido decisiva hasta confundirse con su propio destino, *

Después, los extremos de su boca se baja- ron, extendiéndose por su fisonomía varonil, de rasgos pronunciados, la sombra de un amargo desaliento, y lentamente dijo:

—Yo también soy un amputado.

Sin más, sintió que inmediatamente los ojos tornasolados de Alejandra se fjaban en él con asombro y simpatía también, y que vacían de la revelación de un culto filial igual al suyo,

Viendo que esperaba otra palabra, conté muó—y su voz que no se Imbiera alterado en un peligro, adquirió el tono aterciopelado de la honda emoción»






10, nacía