STELLA 207 viejo tío, agregó despojándose un momento de su gravedad y sonriéndole mimosa, que me he propuesto derrotar su pesimismo? Mi corazón tenaz tiene su táctica y tiene su estrategia.—Su talento, prosiguió, volvien- do á su gravedad, su preparación, su cono: cimiento de los hombres, su ascendiente irse» sistible sobre ellos; su falta de cargas y de preocupaciones, su facilidad de palabra, su misma fortuna, le marcan un deber: el de ac" tuar, el de ser cabeza dirigente, el de moverse entre sus compatriotas. Estamos en la época de las iniciativas individuales.
AL oír sonar en esos labios las mismas pa labras que oyera sonar en otros labios que- ridos, veinte años atrás, sintió un sacudimien- to en el corazón.
Tocó en silencio el resorte de la cortina, la que se descorrió inmediatamente, descu- briendo el retrato de un hombre de pie.
Lo señaló 4 la joven, y dijo con una na- turalidad que hacía solemnes sus palabras:
—Es mi padre,
Dentro de su marco de nogal tallado, se destacaba una admirable figura violenta, so- berbia y persuasiva; se erguía una cabeza de bigotes levantados y ojos penetrantes. ¡Alí estaba don Ezequiel Quiroz en toda su ber- mosa arrogancia!
Ella bajó instantáneamente la cabeza, co. mo saludando á esa gran figura, y permane- ció contemplándola. La expresión seria del