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piso, hasta los muebles y los tapices de las paredes.
—Vamos á tomar el te, dijo Máximo4 Alex, porque deseo exhibirle después algo muy pintoresco que no ha visto usted nunca. Mañana hay elecciones y he hecho renuir la gente que debe irá votar. Generalmente empiezan llegar 4 la oración, después de la hora del trabajo, pero como es día de fiesta hoy, han venido más temprano..... Como usted ve, estoy mal preparado para el verano; los que cuidan la casa no me esperaban, y creyendo, con razón, que jas cosas están mejor en su Sitio, no han sacado las pesadas cor- tinas y alfombras del invierno.
Después del lunch, se dirigieron al sitio alejado del parque que se había destinado para la reunión, el que ya estaba invadido por dos centenas de hombres de campo,
Sus caballos descansaban. Máximo había hecho matar en la mañana unas vaquillonas para obsequiarlos,
Todo hubiera tenido el aire de completa festa, sin los largos cuchillos, revólveres y algunos trabucos, que debajo de los ponchos multicolores asomaban amenazando. Un ex- tranjero habría pensado, inmediatamente, en una peligrosa expedición contra los salvajes.
Eusebio Cabrera, capataz de campo, el hombre más gaucho, en la antigua acepción de esa palabra, recorría los grupos y organi-