SPELLA ES
Una pequeña casa que Alex decía ser un «pabellón», y un puente que atravesaba el lago entre bosquecillos de laurel, y una gama que huía muy ligera. ... Y estatuas blancas de mármol, y anchos bancos de mármol ta bién... faroles de luz eléctrica... dos in-
- uensos leones negros sobre rojos pedestales
de una piedra tornasol, que asustaron á Ne- nuca, quien preguntó: «¿esos tígues picarám?
¡Ah, sil qué diferente era la «Atalaya» del +Ombú»! Allí las ramas se cruzaban y se mez- claban las flores, los pájaros cantaban, las hojas al caer quedábanse en el suelo 6 baila- han con el viento; todo era ruido, alegría y desaliño. Aquí mucha compostura, simetría y elegancia; un silencio triste; un gran aburri- miento en los árboles, en las flores y en los pájaros.
¡Pero, hurra, hurra! que habian divisado ya 4 Máximo, al padrino, al viejo tio, al gran amigo, que bajaba muy ligero las gradas de su terraza para salir 4 su encuentro.
Másjoven pareció á Alex cuando se acercó al carraaje con una expresión sonriente y ale- gre. Tomó á Stella en sus brazos y la colocó ensu cochecito.
Recorrieron losjardines, visitaron los inver náculos, la cabaña, y tánto y tánto que habia que ver alli.
Entraron luego á la casa, señorial realmen- te, en que todo era artístico y suntuoso, desde los herrajes de las puertas y los mosaicos del
