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208 STELLA jad» porel pánico de un ejército desmorali- zado, así huyó, acobardada la generosidad de esa alma generosa, y llegó un día en que esa alma no pudo levantarse, porque sus alas ro- tas no pudieron conducirla, Y olvidó 4 Stella para pensar en sí misma, «No aceptaréjamás, dijose decidida 4 cumplirlo, ¡jamás una recon- ciliación que me repugna!. .... ¿Por qué acep- tarla?.... ¡No quiero soportar ya más la hostilidad con que se me persigue injusta y cobardemente! No quiero respirar más la atmósfera viciada, mortal, de la difamación y del agravio!.... ¡Nadie,ni en este mi en el otro mundo, tiene el derecho de obligarme á abdicar de mi propia diguidad!.... Ha habido cosas que han podido suceder, pero no han sucedido por que yo no he querido; que sucederían con sólo yo quererlo ¡Y se medifama, y se me calumnia y se me con- dena!.... Hay otras que he impedido á costa de grandes sacrificios. ¡Y se pisotea en mí lo más caro, se humilla en mí lo más alto!.... ¡No, mo volveré allí jamás!.... He pagado con esos sacrificios el cariño ea mi tío y su adopción. Querré siempre entra- ñablemente á ese hombre todo bondad, pero desde lejos... ¡Nadie, ui Stella en este mundo, ni nuestro padre en el otro, pueden exigirme algo superior á mis fuerzas!

Prodújose en ella una paralización moral tan completa que descuidó á su hermana y descuidó á los otros.