198 STELLA
rante Perla. ¡Cómo era de emocionante esa amistad, que hacía íntimamente insepara- bles 4 dos criaturas tan distintas!
Una vez pasada la impresión del automó- vil—que se iba con ellos 4 la estancia—vol- vieron 4 sus impacientes «va y ven», basta el reloj del comedor.
—Son las diez y cuarto, dijo Albertito, ya falta poco.
—¡Enfila, chicos! ordenó Emilio, vamos 4 hacer el inventario. ..... A ver: Stella, la Perla, Albertito, Miguelito, Florencio, Blvirita, Nenuca, Chochita, Julito, Adolfito, Susana y Lolita,
—Y Carlitos, completó Adolfo, íntimo de su primo, hijo de Carlos y Elena.
—Es cierto, dijo misia Carmen, que tam- bién él va, ¡Ah, Elena es capaz de hacerle perder el treo al pobrecito! Siempre retra- sada.... ¿Y la negrita?
—¡Contá Emilio á la Muschinga! dijeron todos riendo al nombre de su juguete más preciado,
Ana María, pronta para acompañarlos 4
la estación, fresca como la mañana, entró golpeando las manos y gritando; ¡Pronto, pronto! ya está en la puerta el carro grande de Villalonga en busca de los cbicos; con qué á cargar, ¡Vamos, Chocha y Perla adelante!
—¡Cómo mo! contestó ésta, haciéndole pi- tos y furiosa.