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ELLA
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En la galería del segundo piso, Chochita se ensayaba en ejercicios gimnásticos de su invención que aseguraba ser muy dificultosos; saltaba en un pie, y la dificultad consistía en caer perfectamente derecha en el mismo cen- tro de un fiorón del piso.
De pronto sacó su patita escondida, y em- pezó 4 accionar con una exageración de niña de escuela que declama versos patrióticos, diciendo: «No tengo nada, señor. .., ¿No ve que no tengo nada, que estoy sanita, señor? Una risa de hombre bueno, de hombre bueno que tiene hijos, le respondió; éste, que apare- cía por la escalera, la tomó en brazos, y se tué así con ella que le acariciaba con su ma- vito la barba rala y obscura, á ver al herma- ito enfermo,
Porque Chocbita quería mucho á Wernicke, temiendo al médico que lleva escondido dentro, —que es quien receta la bebida amar- ga, y la trementina que pica, priva de los
