STELLA 190 tenía frente á frente, Avanzaba hacia él con <l aire que siempre le había conocido, y tenía las manos libres del paquete ancho y cua- drado. A medida que se acercaba, eomproba- ha que ya mo estaba pálida.
Sin darse él mismo ¿nenta, apareció en sus labios su mala sonrisa, irónica hasta ser mor- daz..... Ya estaba ahí, ya iban á saludarse. Cruzaron un saludo. Crazáronse también sus pensamientos.
Éldecíase, que la había embellecido, anima- do,el triunfo. «Cambiemos el refrán: ya que se la había de comer el cristiano, que se la coma el moro. ¡Al fin y al cabo hace muy bienb
Venía pensado ella, desde que lo divisara» que mientras existe un ser en quien depositar Ja confianza, no se está solo. ¿Por qué no tenerla en Máximo? ¿Por qué no decirle la verdad, toda, toda la verdad? ¿Por qué no confiarse á ese hombre superior, contárselo 4 él, 4 su viejo amigo, al amigo de todos? Estuvo decidida, pero la paralizó algo que vió en su expresión, y el temor 4 las nuevas impresiones que iba á recibir,
Si en ese instante un carruaje, un ebrio, uno de.esos mil accidentes callejeros; si un peligro visible, cualquiera, la hubiera amena- zado, habríala él socorrido sin ser solicitado, y á riesgo de su propia vida. ¡No supo, sin embargo, ver la angustia de esa mirada, oir el grito desesperado de esos ojos, acu auxilio de esa hermosa alma en agont
serena ”