STELLA 169
Si hay cincunstancias y acontecimientos dela vida que provocan generalmente el de- senvolvimiento completo de un carácter, hay otras que traen su completa inercia. Esto le pasaba á Alejandra; su posición era impo- sible desoportar, y era imposible de cam- biar; la ofuscación cerraba las aberturas de su espíritu, el que andaba á tientas en una obscuridad en la que no penetraba el más pequeño rayo de luz.
Y se preguntaba, debatiéndose en sus con- gojas: ¿Cómo sería el mundo de los mal- ados si es éste el mundo de los pequeños? ¿Cómo sería el mundo de las iniquidades si es éste el muudo de la mezquindad? Creía, en su candor, que son los malvados los que hacen los más grandes males.
Comprendió que descendía la cuesta, que entraba en el bajo; muy lejos ya de la cumbre.
¡Ahi ¡si su padre abriera los ojos! ¡No! que repose eu paz en su prisión denieve, menos fría que el corazón de los hombres.
Máximo, que había visto y oído todo lo que pasaba, lo juzgó más grave de lo que aparecía, adelantándose á las consecuencias inevitables de un estado de ánimo irrecon- ciliable. Condenaba la conducta de su her mana Carmen, y de las hijas de su her- mana como abusiva y poco noble; la de Micaela y la de Clara como wna vileza y una perversidad, y reía dela poca habilidad de todas ellas, provocadoras de una erisis,