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poco á poco, vertiendo el veneno gota á gota, llegando 4 todo paso 4 paso, de las unas; resistencia altiva y silenciosa de la otra.

Era la lucha de una joven águila solitaria, arrojada por la borrasea en un pido de hal- cones bien guardado,

No se trataba, ahora ya, deuna preocupa: ción de orzuilo, de delicadeza 6 de dignidad; se hería á Alex en su honor y en su reputa- ción.

Para salvar el amor propio dela hija, de la hermana, se recurrió al sistema de las in- sinuaciones grises que dejan entrever... Cuan- do éstas, rodando, volvieron 4 ellas, no las reconocieron; tal era su tamaño y su defor- midad. ¡Habían dado vida al monstruo que crece caminando!

No habían querido esto. Desearon sola- mente que se creyera en coqueterías más 6 menos audaces, en ligerezas.... pero muy lige- ras, y que se tomara como razón justificativa del alejamiento de Montero y Espinosa, el bimiento de un enamorado de quien su novia se ha permitido dudar. Mezclóse 4 Enrique y 4 Montana para no dejar aislado un solo nombre, lo que lo hacía más visible; se habló de antecedentes allá en Cristianía— ¡Cristianía está tan lejos! Nada más.

No se dijo en la casa nada más; pero se oyó lo que Micacla iba diciendo, y no sela desmintió; se eoteudió lo que Clarita—que era el áspid saltado de entre las flores del



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