ys STELLA perdón por la impertinencia dela muchacha incivil, dijo 4 Alex:
—Señorifa, mi hija se ba adelantado 4 hacer invitaciones para una reunión comple- tamente familiar, que tendrá lugar mañana en mi casa. Le faltaría su principal atractivo si nos privara usted de su presencia. Me anticipo akora yo á rogarle por ella y por mí, quiera hacernos el honor de asistir como sus primas.
—En la familia va siempre incluida Alex, se apresuró á decir la hija, que algunas veces temía 4 su padre, Y tendremos mucho gusto, sesos
La joven no la dejó concluir.
—Yo no asisto sino á las fiestas de mis amigos, señorita, le contesto, con un aire de orgullosa firmeza que cortaba toda duda y toda insistencia, Mil gracias, señor Montana, y buenas noches, agregó amablemente.
Dió un beso á Dina, un apretón de mano 4 Nordolj y 4 Montero, y fué 4 tomar su asiento al lado desus primas en el gran automóvil de Máximo, que partió como una exhalación,
Montero y Xspinosa esperaba que subieran Isabel y Dina á la victoria, para ocupar su sitio en ella.
Nordolj tuvo que golpearle el brazo dos veces, para invitarlo 4 smbir. Parecía volver de una contemplación interior; seguía todavía el automóvil que hacía largo rato babía desa- parecido en la yuelta del camino, veía la