12 STELLA
otros lo empuja para resolverlo. Bl se vuel- ve, y dándole muy serio un coscorrón feroz, se planta en medio de la habitación.
—Qué hermosura! fué lo primero que pen- só, y dijo, Alejandra deslumbrada,
Grande, fuerte, con un cabello rubio que más tarde debía ser castaño, una frente an- gosta, un color blanco y rosado, y una boca carnosa que era un primor, con los ojazos que conocemos, piernas admirables, aire arro- gante, y una exhuberancia en su cabellera, en sus movimientos, en su vida toda, era realmente una hermosura!
— Quién eres, mi linda? le preguntó después de admirarla.
—Yo?.... Soy la Perla!.... contestó, levan- tando la cabeza como sorprendida de que alguien pudiera ignorarlo,
—Un nombre ciertamente para ti. Dime, Perla, de quién eres?
—Yo?... de papá y de mamá! Y entrando en confianza, aunque siempre desde lejos: es- tos otros son de Carmencita, de. Alberto, de María Luisa, y de Miguel... Detúvose.. luego preguntó señalando 4 Stella con la cabeza y con el dedo: Y esa... por qué no camina, ché?
Alejandra sin contestarle la fué atrayendo.
—Cuántos años tienes?
—Yo?.... Voy á cumplir seis.
Los otros, los que ella decía hijos de una Carmencita y de un Alberto, de una María