STELLA me
Con esa animación vibrante que caracte- riza las fiestas del aire libre, bajo el sol ra- diante y suave de un día de Septiembre, co- menzaba en el Hipódromo Nacional la gran reunión sportiva.
El público era el eterno público, separado por tres barras invisibles, pero jaconmov bles: el reducido mundo de nuestra aristocra- cia de lujo y de dinero, que estirado y com- puesto ocupa en todas partes, por derecho divino, el sitio privilegiado; frente 4 frente, el más mumeroso y casi elegante «término medio», que se divierte y sabe divertirse; aba- jo, la multitud anónima, dividida 4 su vez entre los que encuentran su diversión en mi- rarcon la boca abierta divertirse al rico, y el que existe para envidiarlo,
El palco del Jockey Club, que parece un gran balcón florido, se 'llenaba de lujosas se- ñoras y lindas muchachas.
Llegaban los pesados landós, las ligeras