168 STELLA subía saltando y tarareando un vals de Ra- menti que acababa de bailar,
Al llegará la galería abierta los deslumbró el sol que bañaba la tierra.
—Chist.... no meta bulla, Aua María, dijo velando su voz miss Mary, que salía despaci- to del dormitorio de misia Carmen y don Luis. El señor ha estado muy descompuesto, señora, y no ha querido que se le avisara á usted.
—¡Enfermo Papá!... Bra el grito de alar- ma que lanzaba el corazón de sus hijas.
No es nada, criaturas, no saben que sufre del estómago, dijo misia Carmen, que-sofo- caba su inquietud, para calmar la de ellas, Antes que todo, miss, es preciso llamar 4 Wernicke; dentro de un momento no más, pues sabe usted que él sale á las siete. No quiero entrar al dormitorio por no des- pertarlo. Me quedaré en el toilette... Mientras tanto, vayan niñas á acostarse un rato.
La hesaron, y se retiraron cada una 4 su habitación, yendo primero las casadas á dar un vistazo 4 sus hijitos.
Alberto se volvió, levantó el cuello de su sobretodo, púsose el sombrero, y metiendo las manos en sus bolsillos dijo 4 la suegro:
—No me fío de miss Mary ni de nadie. Me voy á traer yo mismo 4 Wernicke para que nos vea el viejo.
Y bajó.