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STELLA 155

—Alejan. ... empezaba á decir más exalta da la joven. La interrumpió Ana María, que saltó, como una gatita blanca 4 los ojos de un enemigo:

—No, eso si que no; no quieras mezclar en esto á Alex, también. Sabes, como lo sé yo, como lo sabe María Luisa, Enrique, Elena, todos los que bailábamos los lanceros, que ella no quiso bailar ni pasear cuando la invitó,

—Sh, para que se dijera y se comentara..

¡No seas ridícula, Isabel! Alex iba 4 sos- pechar que hay gente tan tonta como para medir cada gesto, recoger cada paíabra de Su Majestad Manuel! Si no lo conocía. .... No quiso ir á la mesa tampoco.

—Para ir con Máximo,interrumpió Micaela.

Sí: esuno desus blancos, dijo Isabel, Ella miscua lo invitó.

¡Mentira! gritó Ana María con su voz clhi- llona cuando se alzaba para sobrepasar la de los demás. Vaciló si debía continuar. Calló:

Si, como mola ví yo cuando lo miró...

—Mentira, Alex no busca 4 nadie, gritó la niña otra vez, de pié, indignada, dejándose llevar de su generosidad y de su lealtad natu- ra), viendo en peligro á la que acababa de hacerle un servicio. Fuí yo quien pidió 4 Alex que hablara á Máximo y te complació,

—¡ All ¿con que también se mete en esas cosas la señorita? exclamó alterada mi Carmen.

—Mirá, mamá, es mejor que no hablemos