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12 STELLA

contener sus ojos.... ¿No ve que se le esca pan hacia esta dirección?

—Escuche, Máximo, le interrumpió viva mente Alex con el gesto y con la palabra estamos también en el momento de la fran- queza. No soy una chícuela para que me ruboricen las bromas, y tengo suficiente há- bito social paca aceptarlas y seguirlas. Ex- cúseme, sin embargo, de ésta; usted me ha ohsequiado ya con ella tres veces en la noche, sin darse cuenta de todo lo mortificante que es para mí. Espero entonces, que no volveré 4 oír de sus labios alusiones que no puedo.. mí quiero aceptar.

—¿Y si yo jnsistiera, qué contaría usted hacer?—preguntóle su compañero, sonriendo con una ironía á for de piel, y repitiendo la misma pregunta que hicíera, hacía un mo- mento, á Ana María.

—Cesaría entre nosotros, en el acto, toda cordialidad.

—¿Alejandra quiere decir. .... quiere decir también?....

—Es mucho más serio este asunto, de lo que usted supone, Máximo, Tratémoslo en serio, pues, En el nombre que usted pronun- ciaba, al presentarme á ese señor hace un momento, he reconocido al.que se ha repeti- do día á día durante todo el tiempo de mi permanencia aquí, el que Isabel mo ha oído nunca sin cambiar de color, ni mi tía sin son- reír como á una promesa. .