STELLA 5)
salón principal, varios volvieron la cabeza, y potaron esa interesante figura de mujer, que eos desconocían
La emoción, la sobreesitación, las impre- siones diversas, acentuaban la expresión de su fisonomía hasta el ardor y la vehemencia, Mando á sus miradas mayor intensidad, á sus ojos mayor brillo y el color húmedo € inde- «iso de las flores de agua. Sus cabellos muy levantados «n la nuca, dejábanla aparecer en Jos tonos del marfil, debajo del Anísimo vello sabio quela esfamaba; sus brazos, su gargan- ta, sus espaldas, emergían en toda su per iección de la bata de baile. La luz del centro saía de lleno sobre ella, dorando sus cabellos, transparentando su tez del color de la rosa Malmaison, y la destacaba de relieve, elegan- te y sugerente en su vestido negro de tul.
Los que formaban el grupo, al moverse. descubrieron 4 Máximo sentado en su posi- ción cómoda de costambre.
—Qué encantadora criatura! exclamó uno.
Si es mi prima!—dijo Alberto que se en- contraba entre ellos. No ven? He sido yo el único en la casa que la había presentido. Para que á mi mujer no se le haya, todavía ocurrido tener celos!.
Aunque encantadora, toda su belleza está en su frescura, observó otro, que se daba por dificil y por juez en la materia; sus rasgos no son correctos: no es bella.
—Es peor que hella! aseguró Máximo en