Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/76

Esta página ha sido corregida
66
JULIO CÉSAR

Bruto.—Y á no estar esta corrupción amparada bajo el nombre de Casio, no tardaría en aparecer el castigo.

Casio.—¡Castigo!

Bruto.—¡Acordaos de Marzo, de los ídus de Marzo! ¿No fué por la justicia que corrió la sangre del gran Julio? ¿Qué villano tocó su cuerpo y lo hirió, y no por justicia? ¡Qué! ¿Habrá de haber uno de nosotros, los que pusimos la mano sobre el primer hombre del mundo, sólo porque protegía á los expoliadores, que manche ahora sus manos con bajos cohechos? ¿Y venda la alta región de nuestros grandes honores, por la vil basura que así se pueda recoger?—Antes que ser un romano semejante, prefiriera ser un perro hambriento.

Casio.—No me provoquéis, Bruto. No he de sufrirlo. Os olvidáis de vos mismo al acusarme. Soldado soy, soldado más antiguo y experimentado, más hábil que vos para dictar condiciones.

Bruto.—Apartaos. No sois Casio.

Casio.—Casio soy.

Bruto.—Digo que no.

Casio.—Conteneos ó lo olvidaré todo. Mirad por vos mismo. No me tentéis más.

Bruto.—¡Fuera! ¡Pobre diablo!

Casio.—¿Es posible esto?

Bruto.—Oíd, porque tengo que hablar. ¿Debo yo ceder y abrir campo á vuestra temeraria cólera? ¿Me asustaré de que me mire un loco?

Casio.—¡Oh dioses! ¡Oh dioses! ¿Y debo soportar todo esto?

Bruto.—¿Todo esto? Sí, y más. Enfureceos hasta que estalle vuestro orgulloso corazón. Id, mostrad á vuestros esclavos cuán iracundo sois, y que tiemblen vuestros siervos. ¿He de alterarme? ¿He de guardaros consideración? ¿He de humillarme ante vuestro