Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/356

Esta página ha sido corregida
334
LAS ALEGRES COMADRES

esposa es una mujer tan honesta como podría desearla yo entre cinco mil y quinientas más.

Caius.—Voto á..! que veo claro su honradez.

Ford.—Bien. Os prometí una comida. Venid á dar un paseo por el parque. Os ruego que me perdonéis. Más tarde os diré por qué hice esto. Ven, esposa mía. Venid, señora Page. Os suplico que me perdonéis: lo suplico sinceramente.

Page.—Vamos con él, señores; pero, creedme, que le haremos blanco de nuestra jovialidad. Os invito á almorzar mañana temprano en mi casa. Después iremos á cazar pájaros; tengo un buen halcón. ¿Os acomoda?

Ford.—Lo que queráis.

Evans.—Si hay uno, yo seré el segundo de la partida.

Caius.—Y si hay uno ó dos, yo seré el tercero.

Evans.—Os ruego ahora que os acordéis mañana de aquel sucio bribón de posadero.

Caius.—Perfectamente. ¡Por vida de..! que lo haré con todo mi corazón.

Evans.—¡Sarnoso bribón! Que se permite bromas y burlas!

(Salen.)
ESCENA IV.
Cuarto en casa de Page.
Entran FENTON y ANA PAGE.

Fenton.—Veo que no puedo alcanzar el beneplácito de tu padre. No me obligues de nuevo, dulce Ana mía, á acudir donde él.

Ana.—¡Ay! ¿Qué hacer, pues?

Fenton.—¿Qué? El ser tú misma. Se opone porque considera demasiado alta mi alcurnia, y presume que, mermados mis bienes por mis gastos, sólo procuro restablecerlos á favor de su riqueza. Fuera de estos