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COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

escaparse; se ha desembarazado de los que le custodiaban, seguido de su esclavo, alienado como él; ambos, impulsados por una rabia desenfrenada, con las espadas desnudas, nos han encontrado y han venido á caer sobre nosotros y nos han puesto en fuga hasta que provistas de nuevos refuerzos hemos vuelto para detenerlos; entonces se han escapado á esta abadía, donde les hemos perseguido. Y he aquí que la abadesa nos cierra las puertas y no nos permite buscarle, ni hacerle salir, con el fin de que podamos llevarle. Así, muy noble duque, con vuestra autoridad, ordenad que lo traigan y lo lleven á su casa, para que allí sea auxiliado.

El duque.—Vuestro esposo ha servido ya en mis guerras y os he prometido mi palabra de príncipe, cuando lo admitisteis á compartir vuestro lecho, hacerle todo el bien que podría depender de mí. Id, alguno de vosotros, tocad á las puertas de la abadía y decid á la señora abadesa que venga á hablarme: quiero arreglar esto antes de pasar á otra cosa. (Entra un criado.)

El criado.—¡Oh! ama mía, ama mía, huíd, poneos en salvo! Mi amo y su esclavo se han escapado; han golpeado á las sirvientas una tras otra y amarrado al doctor y quemádole las barbas con tizones encendidos; y á medida que ardían, le han arrojado baldes de fango infecto para apagar el fuego de sus cabellos. Mi amo le exhorta á la paciencia, mientras que su esclavo le trasquila con tijeras como á un loco; y seguramente, si no enviáis socorro al instante, matarán al mágico entre los dos.

Adriana.—Calla; imbécil: tu amo y su criado están aquí; y todo lo que dices, no es más que un cuento.

El criado.—Ama, por mi vida, os digo la verdad. Desde que ví esta escena he corrido casi sin respirar. Grita contra vos, y jura que si puede cogeros, os tostará la