Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/276

Esta página ha sido corregida
254
COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

nera que me hayáis causado esta vergüenza y este embarazo, no sin daño de vuestra propia reputación. ¡Negarme tan decididamente y con juramentos haber recibido esta cadena que lleváis ahora á la vista de todos! Además de la acusación, la vergüenza y el arresto, habéis perjudicado también á este honrado amigo, que á no haber tenido que aguardar el fallo de nuestro debate, se habría dado á la vela, y estaría actualmente en el mar. ¡Habéis recibido esta cadena de mí! ¡Habéis recibido esta cadena de mí! ¿Podéis negarlo?

Antífolo.—Creo que la he recibido de vos; no lo he negado jamás, señor.

Angelo.—¡Oh! lo habéis negado, señor, y aun habéis perjurado.

Antífolo.—¿Quién me ha oído negar y jurar lo contrario?

El mercader.—Yo, á quien conocéis, lo he oído con mis propias orejas. ¡Bah! ¡Miserable! Es una vergüenza que te sea permitido pasearte allí donde concurre la gente honrada.

Antífolo.—Eres un villano en insultarme así. Probaré mi honor y probidad contra vos dentro de un momento, si te atreves á hacerme frente.

El mercader.—Me atrevo, y te desafío como al vil que eres. (Sacan las espadas para batirse. Entran Adriana, Luciana, la cortesana y otros.)

Adriana.—(Corriendo.) Parad, no le hiráis; por el amor de Dios! Está loco. Que alguien se apodere de él; quitadle la espada. Atad á Dromio también, y conducidles á mi casa.

Dromio.—Huyamos, amo mío, huyamos; en nombre de Dios, entrad en alguna casa. He aquí una especie de convento: entremos, ó estamos perdidos. (Antífolo de Siracusa y Dromio entran en el convento: se presenta la abadesa.)