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DE VENECIA.
NERISSA.

Muy cerca de aquí, aguardando vuestra licencia para entrar.

DUX.

Y se la doy de todo corazon. Vayan dos ó tres á recibirle de la manera más respetuosa. Entre tanto, leamos de nuevo la carta de Belario: «Alteza: cuando recibí vuestra carta me hallaba gravemente enfermo, pero dió la casualidad de que, en el momento de llegar el mensajero, estaba conmigo un jóven doctor de Pádua llamado Baltasar. Le conté el pleito entre Antonio y el judío: repasamos pronto muchos libros: le dije mi parecer, que es el que os expondrá, rectificado por su inmenso saber, para el cual no hay elogio bastante. Él hará lo que deseais. No os fijeis en lo mozo que es, ni creais que por eso vale menos, pues nunca hubo en cuerpo tan juvenil tan maduro entendimiento. Recibidle, pues, y más que mi recomendacion, han de favorecerle sus propias acciones.» Esto es lo que Belario dice. Aquí viene el Doctor, si no me equivoco. (Sale Pórcia, de abogado.) Dadme la mano, ¿Venis por encargo de Belario?

PÓRCIA.

Sí, poderoso señor.

DUX.

Bien venido seais. Tomad asiento. ¿Estais enterado de la cuestion que ha de sentenciar el tribunal?

PÓRCIA.

Perfectamente enterado. ¿Quiénes son el mercader y el judío?

DUX.

Antonio y Sylock: acercaos.