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DE VENECIA.

orinan, en oyendo el son de una gaita. Efectos de la antipatía que todo lo gobierna. Y así como ninguna de estas cosas tiene razon de ser, yo tampoco la puedo dar para seguir este pleito odioso, á no ser el odio que me inspira hasta el nombre de Antonio. ¿Os place esta respuesta?

BASANIO.

No basta, cruel hebreo, para disculpar tu fiereza increible.

SYLOCK.

Ni yo pretendo darte gusto.

BASANIO.

¿Y mata siempre el hombre á los séres que aborrece?

SYLOCK.

¿Y quién no procura destruir lo que él odia?

BASANIO.

No todo agravio provoca á tanta indignacion desde luego.

SYLOCK.

¿Consentirás que la serpiente te muerda dos veces?

ANTONIO.

Mira que estás hablando con un judío. Más fácil te fuera arengar á las olas de la playa cuando más furiosas están, y conseguir que se calmen; ó preguntar al lobo por qué devora á la oveja, y deja huérfano al cordero; ó mandar callar á los robles de la selva, y conseguir que el viento no agite sus verdes ramas: en suma, mejor conseguirias cualquier imposible, que ablandar el durísimo corazon de ese hebreo. No le ruegues más, no le importunes: haz que la ley se cumpla pronto, á su voluntad.