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EL MERCADER
BASANIO.

«Querido Basanio: mis barcos naufragaron: me acosan mis acreedores; he perdido toda mi hacienda; ha vencido el plazo de mi escritura con el judío, y claro es que si se cumple la cláusula del contrato, tengo forzosamente que morir. Toda deuda entre nosotros queda liquidada, con tal que vengas á verme en la hora de mi muerte. Sin embargo, haz lo que quieras; si nuestra amistad no te obliga á venir, tampoco te hará fuerza esta carta.»

PÓRCIA.

Amor mio, véte en seguida.

BASANIO.

Volaré, si me lo permites. Entretanto que vuelvo, el reposo y la soledad de mi lecho serán continuos estímulos para que yo vuelva.


ESCENA III.

Calle en Venecia.

SYLOCK, SALANIO, ANTONIO y el CARCELERO.
SYLOCK.

Carcelero, no apartes la vista de él. No me digas que tenga compasion..... Éste es aquel insensato que prestaba su dinero sin interes. No le pierdas de vista, carcelero.

ANTONIO.

Oye, amigo Sylock.

SYLOCK.

Pido que se cumplan las condiciones de la escritura. He jurado no ceder ni un ápice de mi derecho. En