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OTELO.
LUDOVICO.

En parte ya ha confesado su crímen. ¿Los dos concertasteis la muerte de Casio?

OTELO.

Sí.

CASIO.

Y sin razon ninguna.

OTELO.

Téngolo por cierto y te pido perdon. Preguntad á ese demonio, qué motivo le pudo inducir á infernar de ese modo mi cuerpo y mi alma.

YAGO.

No me pregunteis nada, no he de responder. Todo lo sabeis. Desde ahora no he de hablar.

LUDOVICO.

¿Ni siquiera para rezar?

GRACIANO.

El tormento te obligará á mover la lengua.

OTELO.

Bien harás.

LUDOVICO.

Sabedlo todo, pues aún hay algo que no ha llegado á vuestra noticia. En el bolsillo de Rodrigo se han encontrado dos cartas. Una de ellas explica cómo Rodrigo se encargó de dar muerte á Casio.

OTELO.

¡Cobarde!

CASIO.

¡Infame!