Página:Dramas de Guillermo Shakespeare.djvu/497

Esta página ha sido validada
465
OTELO.
OTELO.

No jures en falso, amada mia, que ya estás en el tálamo de la muerte.

DESDÉMONA.

¿Tan pronto?

OTELO.

En seguida. Confiesa, pues, tus culpas, una por una, que aunque las niegues con los más firmes juramentos, no has de disminuir en un ápice mi firme conviccion. De todas maneras, morirás.

DESDÉMONA.

Entonces, Dios tenga compasion de mí.

OTELO.

Así sea.

DESDÉMONA.

Y tenla tú tambien. Jamas te falté, ni áun de pensamiento. Nunca puse mi corazon en Casio ni le dí prenda alguna de amor. Quísele sólo con la amistad que Dios aprueba.

OTELO.

¡Dios mio! ¡Y yo que he visto el pañuelo en sus manos! ¡Tú quieres volverme loco, y hacer que trueque en asesinato lo que quiero que sea sacrificio! Yo he visto el pañuelo.

DESDÉMONA.

Él lo encontró en el suelo. Yo no se le dí. Que él venga y nos declare la verdad.

OTELO.

Ya la ha confesado.

30